De acuerdo a nuestro estado de conciencia, de forma
automática generamos una actitud, y ésta a su vez, determina la visión que
tenemos de la realidad y del mundo.
Cuando nuestra conciencia está muy atascada en el mundo
material, desarrollamos una visión que se enfoca en las diferencias visibles,
una visión que compara y fragmenta las cosas. Nuestra actitud interna se
influye por la dualidad, hay cosas que nos agradan y nos atraen y cosas que nos
desagradan o incluso rechazamos.
Verme como un alma me ayuda a desidentificarme de mi forma
física y de todas las diferencias que percibo a través de una visión material
del mundo. También me ayuda a ir más allá de factores externos como
nacionalidad, cultura, status social, religión, etc.
El estado natural del alma es de amor espiritual. Tal clase
de amor no puede existir en una conciencia basada en la dualidad. Esto
significa que cuando conectamos con la conciencia del espíritu eterno, del alma
inmortal y nos estabilizamos en ese estado, desarrollamos de forma natural la
actitud asociada consciente del alma. Nuestra visión del mundo y de los demás
cambia de forma radical.
Ver a los demás fundamentalmente como almas significa
experimentar un flujo constante de amor espiritual y buenos deseos hacia todos,
independientemente de su aspecto, estatus, rol, cultura, etc. De esta forma,
desarrollamos la verdadera conciencia de hermandad y de pertenencia a una
familia espiritual mundial, en la que todas las fronteras y límites externos se
disuelven.
Así es como experimentamos el anhelado logro de la unidad en
la diversidad.
Fuente: Brahama Kumaris
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