lunes, 21 de diciembre de 2009

En estas fiestas: Ocho regalos que no cuestan un centavo


Me gustan las fiestas de fin de año y sería muy extenso desarrollar los sentimientos de magia e ilusión que me provocaban en mi infancia, y paradojicamente en este presente comienzo a recuperar estas ganas de festejar, y aunque ya no crea en los Reyes, o el nacimiento de niño Jesús sea una fecha dispuesta a ojo, qué más da, creo en la magia de poder estar más cerca unos de otros y creo que puede mantenerse todo el año, o mejor, todo el tiempo.

El post Soul Xmas de mi amigo Fernando donde me/nos felicita las navidades declara su disfrute por estas fiestas en el medio del consumismo que tan aconsejable se hace decrecer, (después de ver a nuestros líderes vacilando ante la determinación de no cargarnos el planeta) me ha inspirado para estos regalos, para todos mis afectos, mis amigos y los ausentes.

¡Felices Fiestas!

Lpl'09

1.- El regalo de Escuchar.

Pero realmente escuchar, sin interrumpir, bostezar, o criticar. Solo escuchar.

2.- El regalo del Cariño.

Ser generoso con besos, abrazos, palmadas en la espalda y apretones de manos, estas pequeñas acciones demuestran el cariño por tu familia y amigos, y porque no decir alguna vez 'Te quiero'.

3.- El regalo de la sonrisa.

Llena tu vida de imágenes con sonrisas, dibujos, caricaturas y tu regalo dirá: "me gusta reír contigo"

4.- El regalo de las notas escritas.

Esto puede ser un simple "gracias por ayudarme", un detalle como estos puede ser recordado de por vida y cambiarla a un tal vez.

5.- El regalo de un cumplido.

Un simple y sincero "te ves genial de rojo", "has hecho un gran trabajo" o "fue una estupenda comida" puede hacer especial un día.

6.- El regalo del favor.

Todos los días procura hacer un favor.

7.- El regalo de la soledad.

Hay días que no hay nada mejor que estar solo. Se sensible a aquellos días y da este regalo o solicítalo a los demás.

8.- El regalo de la disposición a la gratitud.

La forma mas fácil de hacer sentir bien a la gente es decirle cosas que no son difíciles de decir como "Hola" y "Muchas Gracias".





viernes, 18 de diciembre de 2009

LA COMPASIÓN NOS AYUDA A DECIR ADIÓS

Todos hemos tenido que dejar morir un sueño: el noviazgo que no se convirtió en matrimonio, el empleo en el que no se avanzó, el negocio que no triunfó, el matrimonio que, lánguidamente, duró toda la vida.

Cada vez que un anhelo llega a su fin es necesario despedirse. Para ello, hay que identificar todo lo que podemos agradecerle a esa situación y que además puede formar parte de nuestro equipaje, pero también debemos ser capaces de dejar atrás todo aquello que fue inconveniente, y que puede convertirse en una carga demasiado grande para el resto de vida que nos queda por delante.

Las etapas en la vida se suceden. Los finales de un ciclo se unen a los principios del siguiente. Este es el proceso normal y puede darse con armonía. Sin embargo, en nuestro medio es común pensar que terminar un ciclo, dejar morir un sueño, es fracasar, y el fracaso está prohibido.

Se cree que el éxito está en que los procesos no se terminen nunca. Por lo tanto, cuando llegamos al final de un ciclo y tenemos que despedirnos, buscamos explicaciones, culpamos al otro o a nosotros mismos y así, las despedidas se vuelven ferias por la agresión y la recriminación mutua.

Ello, por supuesto, es un gran error ya que maduramos mejor cuando podemos integrar en el nuevo camino lo anteriormente vivido. Y para lograr eso debemos ser capaces de discernir amorosamente, de validar todo lo que la vivencia construyó en nosotros: los dolores que nos hizo superar, las cualidades que nos permitió desarrollar o los defectos que nos hizo conocer. Solo así, estaremos mejor preparados para un nuevo comienzo. Solo así habremos ganado en sabiduría.

Es claro que durante la jornada, durante el tiempo que dura esa relación o ese matrimonio siempre hay posibilidad de arreglar las cargas, pero los finales nos enseñan mucho, pues nos permiten una mirada retrospectiva sobre lo ocurrido.

Iniciamos las relaciones con ilusión. Pensamos: “Ahora sí encontré la persona perfecta” o “Sacaré adelante este proyecto económico”. Siempre empezamos llenos de entusiasmo y de sueños. Hay algo que percibimos en el otro, su potencial, sus características, que nos llevan a intuir que es la persona adecuada.

Pero con el correr del tiempo, podemos encontrarnos con que la perfección no ocurre y entonces, la desilusión llega marcando un final. O no es raro que la idea de la perfección misma sea nuestro gran saboteador, y aunque las cosas se den bien, perdemos el gusto de lograrlas y nos desanimamos. En otras oportunidades, nunca logramos estar satisfechos con lo logrado, siempre falta algo y así las relaciones se agotan y entendemos que ha llegado el momento de decir adiós. Para otros, el paso del tiempo va marcando caminos y rumbos diferentes y el vínculo desaparece.

Es frecuente oír en la consulta cómo la situación ha ido cambiando y el cónyuge ha dejado de ser amable para convertirse en un amargado al que ya no se le puede hablar. En las conversaciones se menciona la insatisfacción, los errores cometidos pero, sobre todo, se ve cómo el cuidado por la relación misma y por la autoestima del otro, ya no está presente. El trato se torna desconsiderado y en ocasiones hasta grosero. O, como el socio ya no trabaja en equipo, se obstaculizan las decisiones. Es cuando surgen las acusaciones mutuas y la búsqueda del beneficio unilateral reemplaza el logro de metas comunes.

En síntesis, el otro se ha vuelto fuente de dolor. En esas circunstancias se incuba la rabia que anuncia rupturas desastrosas.

En ocasiones, es conmovedor ver cómo en el tope del dolor después de la ruptura, las personas comienzan a evaluar lo que pasó y entonces es en estos momentos donde aprenden más sobre cómo construir amor y armonía, que durante la relación misma. Cuando ya no hay nada que hacer, descubren todo lo valioso que había en la amistad o en el matrimonio.

La desilusión del final hace con frecuencia que se exprese tal desprecio por los antiguos compañeros, que cuando la reflexión y discernimiento hacen su aparición, ya la pelea ha sido de tal magnitud que lo conservable también ha quedado destruido.

Es doloroso ver cómo la incapacidad para decir un adiós a tiempo que permita conservar las lealtades fundamentales de las relaciones humanas, convierte los finales de los ciclos en pérdidas irreparables. Hacer del ex-cónyuge o del ex-socio un enemigo, es negarnos la posibilidad de la conciliación.

Pero siempre hay otra ruta: cuando se llega al final del camino, podemos abandonar la crítica, la desilusión, el desánimo, el culto a nuestro propio ego, para saludar la forma más alta del amor: la compasión.

La compasión en la despedida no tiene que ver con sentirse superior o comprensivo porque el otro está en un error. Tiene que ver con experimentar un afecto sincero por nosotros mismos, por el otro y por las relaciones que hemos establecido en un proyecto compartido. Implica tener la determinación de hacer todo lo posible para conservar la propia integridad emocional y la del otro. También, implica comprometerse profundamente con hacer de cada uno de nosotros una persona, que de forma distinta de un bárbaro que arrasa con la cosecha, más bien se retira del campo cuidando bien de que lo sembrado pueda dar fruto.

(María Antonieta atiende consulta individual y realiza otras actividades relacionadas con su práctica profesional según se le solicite. Para mayor información, por favor escribe a: mariaantonieta.solorzano@gmail.com)

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Publicado originalmente en El Espectador.

Fuente: De2Haz1



lunes, 30 de noviembre de 2009

SAWABONA -sobre estar solo-


He recibido un estimulante escrito en formato pps con el título de este post. Ciertamente los reenvíos suelen ser repetitivos y muchas veces meras cadenas de trafico de correos, pero mi amiga Blanca Espinosa suele seleccionarlos con el filtro de su maravillosa sensibilidad e inteligencia. No conocía al Dr. Flávio Gikovate por lo que he podido localizar su página con los escritos en español (aquí) para los que queráis curiosear sobre sus textos. Sawabona amigos.

Lpl'09

No es solo el avance tecnologico lo que marcó el inicio de este milenio. Las relaciones afectivas también están pasando por profundas transformaciones y revolucionando el concepto de amor.
Lo que se busca hoy es una relación compatible con los tiempos modernos, en la que exista individualidad, respeto, alegria y placer por estar juntos, y no una relación de dependencia, en la que uno responsabiliza al otro de su bienestar.

La idea de que una persona sea el remedio para nuestra felicidad, que nació con el romanticismo esta llamada a desaparecer en este inicio de siglo. El amor romantico parte de la premisa de que somos una parte y necesitamos encontrar nuestra otra mitad para sentirnos completos.
Muchas veces ocurre hasta un proceso de despersonalización que, historicamente, ha alcanzado mas a la mujer. Ella abandona sus características, para amalgamarse al proyecto masculino.
la teoria de la unión entre opuestos también viene de esta raiz: el otro tiene que saber hacer lo que yo no se.

Si soy manso, ella debe ser agresiva, y asi todo lo demás. Una idea práctica de supervivencia, y poco romantica, por mas señas.

La palabra de orden de este siglo es asociación. Estamos cambiando el amor de necesidad, por el amor de deseo. Me gusta y deseo la compañía, pero no la necesito, lo que es muy diferente.

Con el avance tecnologico, que exige mas tiempo individual, las personas están perdiendo el miedo a estar solas, y aprendiendo a vivir mejor consigo mismas. Ellas están comenzando a darse cuenta que se sienten parte, pero son enteras.

El otro, con el cual se establece un vinculo, también se siente una parte, No es el principe o salvador de ninguna cosa, es solamente un compañero de viaje.

El hombre es un animal que va cambiando el mundo, y despues tiene que irse reciclando para adaptarse al mundo que fabricó.

Estamos entrando en la era de la individualidad, que no tiene nada que ver con el egoismo. El egoista no tiene energia propia; el se alimenta de la energia de los demás, sea financiera o moral.
La nueva forma de amor, o mas amor, tiene nuevo aspecto y significado. Apunta a la aproximación de dos enteros, y no a la uniòn de dos mitades.

Y ella solo es posible para aquellos que consiguieron trabajar su individualidad. Cuanto mas fuera el individuo capaz de vivir solo, mas preparado estara para una buena relación afectiva.
La soledad es buena, estar solo no es vergonzoso. Al contrario, da dignidad a la persona.
Las buenas relaciones afectivas son optimas, son muy parecidas con estar solo, nadie exige nada de nadie y ambos crecen.

Relaciones de dominación y de concesiones exageradas son cosas del siglo pasado. Cada cerebro es unico. Nuestro modo de pensar y actuar no sirve de referencia para evaluar a nadie.
Muchas veces, pensamos que el otro es nuestra alma gemela y, en verdad, lo que hacemos es inventarlo a nuestro gusto.

Todas las personas deberian estar solas de vez en cuando, para establecer un dialogo interno y descubrir su fuerza personal.

En la soledad, el individuo entiende que la armonia y la paz de espiritu solo se pueden encontrar dentro de uno mismo, y no a partir de los demás.
Al percibir esto, el se vuelve menos critico y mas comprensivo con las diferencias, respetando la forma de ser de cada uno.

El amor de dos personas enteras es el bien mas saludable. En este tipo de unión, está el abrigo, el placer de la compañía y el respeto por el ser amado.
No siempre es suficiente ser perdonado por alguien. Algunas veces hay que aprender a perdonarse a si mismo...


P.D. El significado de SAWABONA, es un saludo usado en el sur de Africa y quiere decir:

"RESPETO, YO TE VALORO, Y TU ERES IMPORTANTE PARA MI".

Como respuesta las personas dicen:
SHIKOBA, que es

"ENTONCES.
YO EXISTO PARA TI"

(Por Flávio Gikovate, médico psicoterapeuta Brasileño)




viernes, 9 de octubre de 2009

Volver a los orígenes


En los días de calma veraniega, mientras disfrutaba del sol y del mar que parecen barrer de mi cuerpo la toxinas de un stress acumulado de años, he leído diferentes libros, desde best Sellers como parte de la trilogía de Stieg Larsson, ensayos de renombrados psicólogos como James Hillman o textos del comienzo de la historia (occidental al menos) como los de Heródoto. Me encuentro en las tierras donde parte de la civilización tal y como la conocemos tuvo su origen, o al menos, su origen escrito que es como reconocemos la historia. Heraklion, en los dominios de Karia que fueron doblegados por otros imperios, pero ellos los Karios han sido los pueblos originarios, first nations como eufemísticamente son llamados los indios norteamericanos. Aquí fueron llamados bárbaros, su cultura arrasada y sepultada, poco se sabe de ellos y los vestigios arqueológicos que se desvelan día a día son pasto de las discusiones más sesudas, pero en ámbitos que no trascienden lo local en la actual Turquía. Se dice que estos descubrimientos podrían echar por tierra el concepto que eleva a Grecia como centro de la historia conocida, la que todos estudiamos como historia antigua en el colegio.
En un paseo arqueológico que hicimos mi mujer y yo a instancias de unas amigas muy metidas en el tema, tuve la oportunidad de recorrer algunos de los vestigios de los cientos que se pueden encontrar en la península de Bodrum. Algunos de ellos custodiados celosamente por organizaciones locales y de forma un tanto precaria pero efectiva, lo que ya se han llevado en contrabando les ha obligado a extremar medidas, sitios como Stratonikea, la ciudad de los dos amores, fielmente custodiada por estudiantes universitarios y perros bravos alrededor de los restos más importantes (uno de ellos casi alcanza a morder a nuestra curiosa amiga Guler) exhiben valiosos restos que conviven con construcciones más recientes de los bizantinos que reciclaron parte de los restos en sus edificaciones. Los humanos en nuestro afán de identidad hemos construido sobre lo destruido como forma de superación de nuestras limitaciones, para diferenciarnos del diferente, sentirnos artífices del paradigma.
Entre los textos de mis lecturas y las reflexiones en el plenilunio del siete de julio en las ruinas de Lagina (con el permiso de Hekate), poco antes nos sobrecogieron las impresiones de un pueblo a punto de desaparecer en aras de nuestra actual civilización depredadora, Yeçilbagcilar. Muy cerca de allí una mina a cielo abierto de enormes magnitudes hiere la tierra amenazando con su incansable oradar. La excavaciones con hallazgos de más de 5.000 años desaparecerán sepultados por el progreso y las almas del pueblo, como los pueblos engullidos por los pantanos españoles en décadas pasadas, serán trasladadas a impersonales construcciones las más afortunadas, y abandonadas a su suerte las que se queden afuera del plan estatal, en connivencia con empresas privadas que a saber lo que hayan prometido a cambio.
La novela de Stieg Larsson deja la sensación que ninguna acción queda impune, que a la larga, quienes no aman a las mujeres, pagan su afrenta. James Hillman declama sobre la falacia de los padres, carga contra la culpa freudiana y sostiene que todos venimos con una misión clara y específica a este mundo, dicho sino puede o no aflorar según las circunstancias pero siempre dependiendo de nuestro más profundo ser, del código del alma que despierta. Los historiadores nos relatan la historia no exentos de ciertas preferencias o limitaciones según su estilo, sociedad donde desarrollan su actividad, tendencias de la época y demás condicionantes, haciendo que nos lleguen diferentes versiones de un mismo tema. Si no véanse las recientes historias americanas llenas de próceres y salvapatrias en un corto periodo de tiempo.
Argentina, el país donde nací, debido a su historia de conquistadores y libertadores ha dejado al margen de su historia a sus pueblos originarios, a los legítimos dueños de aquellas tierras. Sin diatribas a la conquista, descubrimiento o como quiera llamársele según el enfoque, a la llegada de los europeos a América, hoy, a comienzos del siglo XXI estas tribus comienzan a tener voz y podemos descubrir lo diverso de sus culturas; en los colegios empiezan a enseñar el lado oculto de la historia, se reivindican sus lenguas nativas tenidas hasta ahora como dialectos y se ‘descubre’ que sus creencias son básicamente las mismas que sustentan las sofisticadas religiones occidentales.
En estos tiempos en que los poderes reinantes nos intentan vender su crisis, no hay nada más edificante que volver a los orígenes, como aquel caminante que erró su sendero en alguna bifurcación. Tal vez solo detenernos y entregarnos a una reflexión seria sobre nuestro presente lleno de ruidos, apreciar cada uno desde la perspectiva que logramos alcanzar qué es lo que verdaderamente llena nuestras vidas, y cuando encontramos un atisbo de ello incidir ahí, justamente ahí, sin miedo ni culpas, ejerciendo verdaderamente nuestro libre albedrío de la condición humana. Y cuando el panorama no sea claro, cuando nuestra reflexión se nuble, hay que moverse, viajar, sentir otras culturas, otras formas de ver las cosas.
Muchos piensan que volver es retroceder, pero en realidad nunca volvemos a ninguna parte, siempre estamos yendo, así es el viaje de la vida; por ello siempre, aun en el caos, tendremos la oportunidad de ser nuevas personas y darnos el permiso de retomar aquello que una vez sentimos en nuestra infancia y que tardíamente recreamos en el atardecer de nuestras vidas, la magia de ser apreciando y agradeciendo el misterio fascinante de despertarnos cada día.
Lpl'09

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Evasión (II)

No todo lo que sucede es nuevo, he de decir que hay elementos que se combinan con lo que hoy siento, y no es que quiera complicar las cosas, siempre he intentado simplificar. Incluso cuando el esfuerzo en hacerlo me ha llevado a ciertas complicaciones. Lo que se suma no es ni más ni menos que viejas inquietudes de llegar a sentirme bien con lo que hago, por hacer todo aquello que me permita desarrollar las ideas en las que creo.

¿Qué el mundo está así y no se puede cambiar? Puede ser, pero no puedo entregarme sin más al desaliento. No puedo, no debo. ¿Cuál es el momento apto y oportuno para cambiar de rumbo? A medida que voy creciendo todo me dice que todo momento, que todo tiempo lo es. A veces sentimos que estamos parados, que no hay proyectos, y esto suele ocurrir cuando insertos en la rutina vemos que nuestro caudal vital no se refleja en la vida convencional, en el día a día de una sociedad conflictiva y en vías de desintegración. Es como si intentáramos llenar un vaso con todas las aguas de los océanos.

Muchas veces en los amaneceres de los días encuadrados en rutinas, me pregunto sobre los deseos de tanta gente al levantarse. Veo el fastidio, la desazón, la indiferencia de muchos. De repente parecía que por algún lado conectaba con este u aquel y al tiempo su aliento parece lejano, ya no está. La evasión es un estado de ánimo, me dijo un amigo categóricamente. Cada uno desde su escalón evolutivo en el que esté sentado, arengue a los estratos inferiores, y me refiero a las masas nubosas, uniformes y bajas, de color gris y de poco espesor, constituidas por pequeñas gotas de agua, aunque en ocasiones también presentan diminutos cristales de hielo.

Pesada resulta la letra, cansada la lentitud que va envolviendo una idea ya vieja y reelaborada al momento de llegar a un atisbo de su esencia por medio de la escritura. No somos dioses. ¿Pero y si lo fuéramos? Qué gigantesca y ciclópea frustración. Ay, no me alcanzarían los días para hacer prodigios, pero al final sí me alcanzarían; aunque como Dios debo ser modesto y no ser muy consciente del poder, esto lo justificaré perfectamente con la inmortalidad. Claro que después miraría de reojo que tipo de mortalidad posee el dios de al lado. ¿Es de última generación? ¿La maneja bien o se le descontrola cada dos por tres? ¿También hay competencia de prodigios? –Que el mío es más espectacular que el tuyo- el otro replicándole: -Sé humilde que el mío es más sincero-. No, ciertamente no tenemos ni idea del fenómeno.

Ahora, ante la ausencia, el vacío, me debato como cualquiera. Voy y vengo con la ceguera habitual pero agravada por la ausencia. Grandes tribunales juzgan esto o aquello; peleas dialécticas por una justicia que hace tiempo dejamos de ejercer.

Ya es viernes, muchos se dirigen a la salvación. Vomitando toxinas de oficinas, estudios, consultorías, talleres o fábricas, no hay distinción para los claustros de nuestras virtudes, hipotecas del futuro. Otros, tal vez muchos, desandan el cordón de la vida y establecen un domingo de muerte y un lunes de resurrección mientras el sábado quedará allí, hecho un ovillo sin extremos. Los procesos naturales se suceden como todos los días, solo perturbados en su trayectoria por esta nube humana que se niega a comprender.

Y pasan semanas, ya es un miércoles de otro tiempo, de otro instante. Los claroscuros siguen sin definirse, ya que esta es la vida que creamos; una caña más y a discutir por donde coger lo inmediato siempre que no queme. Comer, comer con varios aditivos, conservantes, antioxidantes, muchas Es y sus correspondientes números como si los consumidores recibieran un reporte de los efectos de cada E, y siguiendo. Las víctimas de un mal incognoscible investigado por la industria farmacéutica siguen cayendo en el vórtice de las estadísticas mundiales, nadie predice nada y la cloaca digital de alta definición nos prodiga su periódico baño de estiércol de diseño trendy.

Pero no nos perdamos por delinear lo cotidiano, lo que reafirma nuestra búsqueda; seamos constantes con nuestros instintos más auténticos. Ya se respiran otros aires evolucionando vertiginosamente en los canales de la civilización occidental. Alguien descubrió ciudades subterráneas en la Antártida y desafortunadamente tienen los mismos problemas que en la superficie, también van camino de extinguirse y han comunicado que no les quedará más remedio que evadirse y esto les representa un gran problema, ya que al igual que nosotros los de la superficie, ellos tampoco conocen otro planeta habitable.

Lpl’09

martes, 22 de septiembre de 2009

Evasión (I)

Cuando de repente me doy cuenta que soy el artífice de las estructuras, es tanta mi alegría; hasta creo presumir de entendida voluntad. Pero no, al rato me doy cuenta que debo seguir luchando, que estas alegrías son efímeros laureles y lo que a veces no sé es si quiero lo que se me presenta por delante.


Con la cabeza en posición reflexiva ordeno los elementos que me rodean, el teléfono está en su lugar y aun así necesito comunicar hacia donde siempre da ocupado (o comunica, como dicen por aquí que no es allá). Esta mesa que sostiene firmemente el papel mientras abro surcos rasgando una parte del día con la intención del todo es donde las formas aparecen quietas y la responsabilidad del movimiento me es reflejada por ellas.

Juro que intento apaciguar mis ansias y no salir corriendo por el amplio horizonte de la evasión. ¡Ah, qué humana y dolorosa suele ser! La evasión, digo. ¿Y el fenómeno de estar sentado respecto del fuego consumidor del movimiento? Ciertamente los límites están para saltárselos y qué bien sienta esto. Un salto, un vacío, el temor asumido en el mismo acto, la bocanada de éxtasis que termina en el estómago cuando nació del corazón, descubrir y volver a empezar.

Pero decía que alrededor están las formas; no todas están quietas y algunas hasta tienen estrecha relación conmigo. Y digo relación por intercambios. Sin embargo por momentos me mantengo al margen de mí cuando estos intercambios acontecen, me convierto en mero espectador, en testigo omnisciente, para luego mirar los retratos que congelan instantes, como esas fotos que no reconocemos haber tomado alguna vez.

Estoy conforme. Por momentos, estoy conforme. Y es cuando llega el momento de la abstracción, me entrego a él y transito por el filo del nexo cotidiano. Hasta podría sostener que este es el universo de la vida. Pero depende en que momento me lo plantee. Podría ser, pero hay tantas posibilidades… Ahora mismo estoy siendo el juez de lo que no comprendo. ¿Es posible juzgar estas palabras? Ciertamente estas, como muchas otras, ya lo habrán sido. ¿Porqué entonces ese miedo a decir?

La cuestión es que me mueva hacia donde me mueva, la reflexión es básicamente la misma. ¿Es monotemática la vida o la vida me ha hecho monotemático? ¿Soy un mono?

Quien puede decir que no lo soy solo porque me lo pregunto. Y como Quien es una de las formas más respetadas con quien nos relacionamos puedo seguir cuestionándome quien soy yo.

En este momento hay muchos quienes a mi alrededor, y mira que los dejo discurrir sin presentar el menor obstáculo. Hoy es martes y el lunes ya pasó. Me gusta esto de poder pasar. Forma parte de aquel hilo cotidiano o de este, si se prefiere.

Recuerdo un momento álgido de mi vida donde cuestionaba mis sensaciones y terminé asumiendo la mutación de crecer. Cambian las texturas, la realidad se hace más dura, más real (?). Caminaba y seguía sintiendo el suelo, pero cada vez más lejos. Más cerca estaban mis heridas. ¡Ay, horizonte de evasión como te fuiste ampliando!

Pero hoy era martes creo, y ya pasó. No, aun no. ¿Porqué adelantarse? Mi cabeza sigue en posición de reflexión y yo la dejo es cómodo.

(continuará)

Lpl'09

viernes, 28 de agosto de 2009

Momento UNASUR...

Bariloche, UNASUR, una oportunidad...

martes, 21 de julio de 2009

COLORADOS






Cuando empecé a fumar, mi primer cigarrillo fue un Colorado; aun puedo recordar el suave aroma de la combustión exacta como acostumbraba llamarla. Me enganché en la secundaría, en el club que se organizaba en los baños. Se urdían las más ingeniosas artimañas para dispensar el faso en las inspecciones periódicas, el denso humo siempre cantaba. Realmente yo no lograba animarme a fumar en el baño, siempre terminaba haciéndolo afuera del cole. El exhibicionismo típico de la edad no me duró mucho, creo que lo desarrollaba en otros aspectos como el sexo por ejemplo. Al tiempo, compraba mi propio paquete de Colorado y lo escondía celosamente en un campo de mandarinas, bien aislado por plásticos y enterrado en una vieja caja de lata, bajo tierra.

Mi placer era vespertino y privado, y no todos los días. Me iba al campo de mandarinas al atardecer, mientras en los parlantes del Club Social y Deportivo de Parque Rivadavia, José Larralde desgranaba su prosa telúrico-gauchesca de hijo guacho y lecciones que da la vida. En los alrededores de ese mismo campo, tuve mis primeras citas serias, puesto de punta en blanco para caminar apenas unas cuadras buscando el amor. Se llamaba Elvira.

Y el cigarrillo, ese compañero que hoy denostan y prohíben todo lo que pueden los gobiernos en aras de la salud, me sirvió de mil formas a lo largo del camino, moneda de cambio en las circunstancias más extremas, cura casera del aire en el cogote, contador de tiempo en las estrategias barriales, testigo de los secretos más inconfesables, de las tensas esperas, de las esquinas en penumbra, de los experimentos de todo tipo, de la chamanería del Ekeko que se lo fumaba sin chistar y de una.

En aquellos días tener un faso era un capital, al menos es lo que sentí en ciertas ocasiones, cuando rodaba la calle y era muy común pedir un faso. En Brasil, donde los Pivetes do cafesinho los vendían por unidades para degustar el café e cigarro aí era la fortuna callejera. La combinación perfecta del que vaga, vaguea, o se deja llevar por los caminos.

Mi viejo fumaba Cliffton, marcas desaparecidas ya, Saratoga, Imparciales, tantas otras que eran motivo del corto paseo a comprarlos mandado por los adultos. Qué fácil era entretenerse en esas incursiones fuera de programa. Otra vez los ámbitos por explorar aunque se haya pasado mil veces por ellos; el detalle de un día diferente podía recrear un momento nuevo. La vez que fui pillado infraganti por mi viejo fue un episodio que recuerdo muy bien, marcó un hito. Lejos de recibir la paliza a la que me había acostumbrado solo supo quedarse sin gesto como si le hubiese abandonado el instinto de sus convicciones de cómo se debía educar a un chico. Mi total indefensión y miedo se quedó en un estupor e incomprensión, mientras no sabía que hacer con el cigarro en la mano. Los que siguieron fueron días de expectación por el castigo que nunca llegó. Paradojas de mi corta e intensa adolescencia.

Mi padrino fumaba Kent 100mm, eso era categoría. Su perfil intelectual de profesor sesudo e inflexible le confería a la elección de dicha marca un status aparte. Los Commander formaron parte también de sus preferencias pero era el Kent los que más perduran en mi memoria. La asiduidad de su fumar hacía que anduviera siempre con varios paquetes y que su dedo índice tuviera una leve pátina amarilla. No había lectura sin cenicero ni consejos sin cortina de humo, esto último nada que ver con la ocultación que sugiere, ya que abrió mi adolescente cabeza a aspectos que para nada estaban presentes en mi entorno inmediato. Mi primer libro de historia del arte fue regalo suyo así como mi primer concierto de música clásica, elementos que sutilmente expandieron mis sueños a tiempos en que la civilización tal como la conocemos tenía comienzo; el futuro me habría de llevar por otros caminos, pero las huellas de sus enseñanzas en torno a un Kent 100mm han estado siempre presentes en mi vida.

En las tardes que se juntaban con las noches, el faso aparecía encastrado entre las cuerdas del diapasón de mi guitarra. No sé a quien se lo ví primero, tal vez a un violero zarpado de la curva Rivadavia o al legendario Pichacho, personaje que a veces me pregunto si realmente existió. Venía los fines de semana desde la capital a tocar con otros monstruos en improvisadas zapadas, donde siempre había un plomo que pedía una pitada. Por aquel entonces mi ferviente atracción se concentraba en la música y mi eterno despertar sexual, así que en aquellas sesiones de puro rock yo no fumaba, ese ritual formaba parte de mi intimidad, de mi campo de mandarinas, de cuando empecé a fumar Colorados.

LPL’09

jueves, 25 de junio de 2009

ASUMIR EL DOLOR... NO EVADIRLO






Vale la pena tener presente que sólo aquellas personas, familias o sociedades que se atreven a asumir con valor la sanación de los dolores que la vida trae, están destinadas a conocer el más alto grado del amor: la compasión. Aquellos individuos o comunidades que se evaden al sentir el dolor que viene de sus experiencias y crean máscaras y armaduras, están destinados a encontrarse con el vacío, la soledad, la falsedad y el engaño.

Por ejemplo, las niñas y niños que soportan matoneo o “bulling” en las instituciones educativas, evaden el dolor al pensar: “A mí no me importa… eso es porque me tiene envidia y ya”. Al trivializar la situación, aparentemente se sienten superiores, pero pierden la confianza en el mundo y los matones pueden seguir actuando sin mayores consecuencias. Los agresores, a su vez, evaden el dolor al convencerse de que el poder que surge de torturar y discriminar a otros los legítima.
Las víctimas guardan en silencio su dolor cuando creen que si los agresores se enteran de su protesta, la respuesta será la venganza. De esta manera, renuncian a su derecho a ser defendidos y se convierten en cómplices del despotismo y la arbitrariedad que en el mundo adulto adquieren las mil máscaras de la impunidad. Desde la callejera hasta la de los gobiernos, donde la justicia se acomoda a las exigencias de los matones, pasando por el abuso a las mujeres o la dictadura de los poderosos.
¿Hasta cuándo vamos a ignorar que los que se atreven al “bulling”, al abuso, a la estafa o la tiranía, también fueron víctimas de algún matón, que también silenciaron su dolor y que en algún momento de la vida dieron la vuelta y se identificaron con el agresor?
Podemos parar esta cadena sin fin, el día en que seamos capaces de asumir con valor las consecuencias del dolor que causamos a otro y la sanación del dolor que nos generan. En ambas circunstancias es preciso dejar de creer que el castigo y la venganza reparan y, más bien, comprometernos con la construcción de un nuevo modo de convivencia en el que nada justifique silenciar el dolor, agredir o discriminar.
Es decir, convertirnos en autoridades reales, entendiendo que ser autoridad tiene menos que ver con mandar a otros y mucho más con ser el “autor”, el creador de una manera de vivir en la que asumir el dolor recibido y generado requiera de nosotros el ejercicio del más alto grado de amor que un ser humano pueda conocer: la compasión frente a sí mismo y frente al otro.
Publicado originalmente en El Espectador. Más en De Dos Haz Uno

lunes, 18 de mayo de 2009

No te Rindas


No te rindas, aún estás a tiempo

De alcanzar y comenzar de nuevo,

Aceptar tus sombras,

Enterrar tus miedos,

Liberar el lastre,

Retomar el vuelo.

 

No te rindas que la vida es eso,

Continuar el viaje,

Perseguir tus sueños,

Destrabar el tiempo,

Correr los escombros,

Y destapar el cielo.

 

No te rindas, por favor no cedas,

Aunque el frío queme,

Aunque el miedo muerda,

Aunque el sol se esconda,

Y se calle el viento,

Aún hay fuego en tu alma

Aún hay vida en tus sueños.

 

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo

Porque lo has querido y porque te quiero

Porque existe el vino y el amor, es cierto.

Porque no hay heridas que no cure el tiempo.

 

Abrir las puertas,

Quitar los cerrojos,

Abandonar las murallas que te protegieron,

Vivir la vida y aceptar el reto,

Recuperar la risa,

Ensayar un canto,

Bajar la guardia y extender las manos

Desplegar las alas

E intentar de nuevo,

Celebrar la vida y retomar los cielos.

 

No te rindas, por favor no cedas,

Aunque el frío queme,

Aunque el miedo muerda,

Aunque el sol se ponga y se calle el viento,

Aún hay fuego en tu alma,

Aún hay vida en tus sueños

Porque cada día es un comienzo nuevo,

Porque esta es la hora y el mejor momento.

Porque no estás solo, porque yo te quiero.

Mario Benedetti

N.R.: Hasta pronto Maestro, nos ha dejado lo mejor de Ud., no nos rendiremos...

Lpl'09


sábado, 25 de abril de 2009

Ley del Ritmo

Como consecuencia de las oscilaciones entre un extremo y otro, creadas por la polaridad, el universo se ve sometido a ciclos que se cumplen inexorablemente con un ritmo determinado. “Todo fluye y refluye, todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende. La medida de su movimiento hacia la derecha es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación”. Con estas palabras definió Hermes Trismegisto lo que él llamó “La ley del ritmo”.

Esta simetría armoniosa está también dispuesta en hologramas, que son, en este caso, ciclos dentro de ciclos. Un hombre, por ejemplo, a nivel microscópico vive el ciclo de vida de sus células, y simultáneamente el que marca los cambios en su cuerpo, desde el nacimiento hasta la muerte. En el mismo momento le estarán afectando también: el ritmo propio de la Tierra, que divide su vida en día y noche, actividad y descanso. El almanaque lunar de 28 días, que rige la fertilidad de la mujer. La rotación de la Tierra alrededor del sol que causa las estaciones. Y los ciclos de explosiones solares cada 11 años, que provocan niveles cambiantes de electromagnetismo.

Para percibir los ciclos del macrocosmos nuestra capacidad está limitada por el tiempo. Entonces estos nos afectan, ya no como individuos, sino como especie. Cuando a nivel cósmico un ciclo se completa, todo el universo, incluido nuestro sistema solar, experimenta un cambio de nivel. Ocurre un salto cuántico hacia una realidad más refinada y expandida. Esto lo comprenderemos fácilmente si tomamos como modelo un ser humano. En un hombre estos saltos cuánticos ocurren cada siete años. Entonces en muy corto tiempo un ser humano se transforma: a los 7 años en un ser racional, a los 14 en el adolescente, y luego a los 21 ya es adulto. Así mismo le ocurre al universo. Con cada etapa cósmica cumplida el Todo se transforma, y esa mutación se evidencia también en cada una de sus partes.

Este es el milagro del momento en que vivimos. Estamos ahora saliendo de la noche cósmica y renaciendo a la luz de un nuevo día. En estos últimos años de transición estamos observando como nuestro pequeño mundo azul, rebozante de vida, vive un momento dramático de cambio. Somos nosotros, los hombres de esta generación, quienes seremos los testigos de este salto trascendental, que en pocos años llevará la vida, que la Tierra alberga, a un nivel superior de existencia. Y en el caso de la raza humana al completo despertar espiritual, que abrirá su corazón al universo.

En lo profundo de su ser cada miembro de la familia humana sabe que estos no son tiempos normales. Muchos juzgan con la visión miope de quienes no perciben más allá de lo aparente. Por eso no pueden apreciar que el exceso de violencia tiene como segura consecuencia el retorno del péndulo a la vivencia plena de la paz, y el amor. Esa es la próxima etapa que nos corresponde, y su visión seductora ya debe comenzar a anidar en nuestra mente, desde donde debemos apoyarla y nutrirla con todo el poder del pensamiento.

Consideremos entonces las amenazas que surgen en nuestro entorno solo como fantasmas del pasado, que todavía nos espantan. No les hagamos caso. Abandonemos la percepción de sombras y tristezas, como un niño deja sus juguetes cuando la adolescencia le despierta a nuevos intereses y experiencias. Abrámonos plenamente a las grandes olas de renovación y cambio. Rindámonos al susurro mágico que convoca a la familia humana para despertar y asumir un destino de Luz que nunca estuvo ausente, sino solo dormido.






Noticias de la Ascensión por Hortensia Gálvez - Fuente: De2Haz1

miércoles, 1 de abril de 2009

Para Don Raúl



He despertado con una triste noticia, el Dr. Raúl Alfonsín, ex-presidente Argentino, ha fallecido. Y mis pensamiento se envolvieron de recuerdos de otros tiempos, del Austral, moneda efímera pero también de los milicos, de los desaparecidos, de las huelgas indiscriminadas, del caos dejado por la junta militar. Los años ’80 esperanzados y la vida que corre dejándote marcas indelebles, que como los eternos tatuajes resurgen en mi piel. Habría que contar como en los días soleados un señor que se hacía cargo, se jugaba todos los días contra la masa crítica que se lo puso muy difícil.



Los carapintadas, la Ley de Punto Final, pero también los juicios a los cabecillas, un hito para el mundo civilizado, el informe Sábato Nunca Más por los desaparecidos, el Mercosur y una esperanza.


Yo le voté, y cuando su mandato fue abruptamente interrumpido por el adelantamiento de las elecciones y el elegido fue el innombrable, sentí un vacío enorme y me invadió la certeza que las cosas no mejorarían por mucho tiempo. Odio no haberme equivocado.

Por eso hoy es un día de duelo Nacional Argentino, Don Raúl se lo merece y de todo corazón desde esta distancia, desde otro plano de mi vida, le deseo que descanse en paz y el cielo le de lo que los argentinos no supimos darle.


Solo quería despedirme de Ud. Don Raúl.


Un abrazo,


LPL'09

domingo, 15 de marzo de 2009

El Esencial Cambio de Paradigma

Desde la terraza de casa veo evolucionar las bandadas de aves en su trashumancia. Siempre he admirado su vuelo describiendo la clásica V concediéndole a los cielos la poética del viaje, durante el amanecer, durante el día, incluso al atardecer, pero en los últimos años por la noche, en la oscuridad.

Me habían instruido sobre aves nocturnas, unas muy especiales que desarrollaban sus actividades de noche. En las noches de mi infancia en el litoral argentino, internado en los pajonales de las islas del delta en la búsqueda de carpinchos, era usual encontrarse con alguna lechuza en un chañar. Pero estas que hoy veo son aves que suponía viajaban solo de día.

Tampoco los pájaros en mi infancia cantaban de noche como si estuviera amaneciendo y hoy puedo escucharlos bastante a menudo desgranar sus melodías en la penumbra. A Juan Salvador Gaviota lo desterraron de su bandada por asegurar que una gaviota podía volar de noche. Sometido al escarnio de la bandada, su propia comunidad, voló hasta conseguir trascender a la estrechez de su tiempo.

Este verano, obedeciendo a mi naturaleza conservacionista para con los insectos, me disponía a salvar una mariposa que se había precipitado en la piscina tal vez interceptada en su vuelo por alguna repentina ráfaga de viento o alguna mala maniobra. La pobre no cesaba de aletear dando vueltas en círculos hacia la que yo creía una muerte segura. Mientras buscaba el mejor ángulo que me permitiera alcanzarla con el cedazo de hojas para rescatarla, la mariposa en una ágil maniobra, sacudió sus alas en un ángulo distinto al que venía desarrollando y despegó del agua volando alegremente de un lado a otro; con sorpresa y alegría me maravillaba de su fuerza, su acto heroico, pero tras un instante de observarla descubro con preocupación que vuelve a precipitarse cual kamikaze directa al agua y a describir los mismos círculos, y otra vez con decidida agilidad remontó sobre la situación. ¡La mariposa estaba nadando!

Más allá del fenómeno sorprendente y de las razones científicas de estos comportamientos de la naturaleza, estos pequeños hallazgos me llevan a pensar en todas las veces que he respondido a situaciones en mi vida con el mismo y repetitivo mecanismo, cuantas veces me he ahogado en un vaso sin agua, los momentos donde no encontré el ángulo por el que poder cambiar la trayectoria de mi vuelo. Pareciera que nos encontramos avocados a la repetición de actos que aborrecemos de nosotros mismos.

Personalmente he podido reflejarme y enfrentarme a mis mecanismos, para descubrir con el tiempo que siempre me he tenido que dedicar a ello con tesón para obtener verdaderos resultados. ¿Quién puede realmente saber qué momento de su pasado han influido para caer siempre en la misma autocompasión? Debemos prestar más atención a las cosas que nos disgustan para saber qué debemos cambiar de nosotros mismos.

Pero volviendo a los pájaros, a nuestra arrojada mariposa, a los actos heroicos, si realmente la percepción de la naturaleza está cambiando a nuestro alrededor, si nuestro mundo en confusión de valores y sumido en la maraña de nuestra creación también está cambiando, ¿no será que nuestra conciencia planetaria también lo está haciendo?

En la filosofía del wabi-sabi japonés la verdad viene dada en la observación de la naturaleza, esta es la lección que el universo nos muestra en toda su vastedad y simpleza. Y me pregunto, ¿o será que toda la creación nos impele a que veamos lo más simple y obvio, lo que ha estado siempre ahí?, nada permanece, todo está en continuo movimiento y transformación; hemos querido poner principio y final a todo, y nada lo tiene.

La pregunta es ¿podremos como la mariposa o los pájaros de vuelo nocturno hacer algo distinto a todo, a todo lo que hemos hecho, a todo lo que somos? Levantarnos una mañana con una mirada distinta y permitir que pasen cosas que rediman el día.

En esta era de ingente información y corazones solitarios en la gran muchedumbre los pequeños actos son titánicos pasos hacia una unidad que ya no podemos eludir. Así como la libre mariposa de Bodrum puede nadar, quizá debamos los humanos aprender a volar. Ya es hora.

LPL’09

miércoles, 4 de marzo de 2009

Hombre de Conocimiento



Según Don Juan, el brujo yaqui que instruyó a Castaneda en los '60, hay cuatro enemigos del hombre en su camino a la sabiduría (para ser un Hombre de Conocimiento, según sus palabras), y aun venciendo a estos cuatro enemigos no hay garantías que esta sabiduría o el status de hombre de conocimiento se mantenga hasta el final de nuestros días en la tierra.
El primer enemigo es el miedo, quien no supera su miedo no puede ni siquiera echarse a andar al camino para su búsqueda y así podemos pasarnos gran parte de nuestras vidas. Cada uno tiene su propia concepción para la superación del miedo, pero en su gran mayoría está relacionado con ocuparnos demasiado del exterior y olvidarnos de la fuente interior, y entretenidos en lo banal no reparamos en lo esencial que es plantarle cara al miedo. La mayoría de nuestros miedos se basan en el temor a no poder, en la inseguridad del ser o no ser.
El segundo enemigo, una vez superado el miedo, es la claridad. Al desaparecer el miedo todo se nos presenta perfectamente definido por la seguridad de ser, nada es imposible para nosotros y pensamos que desde esta posición estamos tan afianzados que nada ni nadie ya puede tocarnos, desde las empresas más arriesgadas hasta la imposición de reglas a la medida de nuestro poder, y es ahí donde se esconde el tercer enemigo: el poder.


Nada más ejemplificante que mirar a nuestro alrededor, contemplar esta época convulsa y contradictoria, donde el poder de ayer es la tribulación de hoy, para entender que la humanidad se ha dejado dominar por este enemigo subyugante no sin antes haber utilizado los anteriores enemigos como aliados para ejercer la supremacía del tercero. Se puede decir que como tantas otras veces en la historia de guerras y conquistas. Pero esta vez el nivel de consciencia no nos permitirá desentendernos de lo que pasa.


Hay un cuarto enemigo, el que se encuentra una vez superado el poder por medio del equilibrio que da la humildad y la buena administración de nuestro poder, y este es la vejez. Una vez superadas las tentaciones del camino, haber aprendido de las batallas contra estos formidables enemigos, nos encontramos con la finitud de nuestra trayectoria vital, con la realidad biológica de nuestra condición humana. Pero incluso este aparente infranqueable obstáculo que en nuestros días se maquilla con superficiales cirugías y mágicas recetas de spas y tratamientos ayurvedas, también se doblega mediante el sabio disfrute de los días y el abandono progresivo de las actitudes que nos debilitan en la relación con los demás, en la comprensión de la naturaleza del mundo y de nuestra misión planetaria. Reaccionado con el amor a la vida, a la naturaleza misma, que somos nosotros ya que solo nos diferencia la razón.

Después de muchas vidas, después de una buena vida, siempre hay más vidas, y es muy fácil abandonarse a la siesta de la ignorancia o decir 'me cansé', bajarse en la próxima, o seguir a la jauría.

Hoy, asistimos a la ceguera de no asumir lo que realmente pasa, y desde diferentes puntos del planeta, la sociedad, las personas comienzan a actuar como si en algún punto del día retomáramos el camino del conocimiento y algo se nos revela a cada paso.


Esta es mi reflexión, solo mía desde mi caja de Molloy (con el permiso de D. Samuel Beckett), desde esta perspectiva que soy.


La vida no es esperar que pasen las tormentas, si no bailar bajo la lluvia, según dijo un anónimo voluntarioso que seguramente vivía en Bahía... o en su sitio.


LPL'09

miércoles, 11 de febrero de 2009

EL LUGAR QUE TE CORRESPONDE


Ahí donde estás es tu lugar perfecto, es el sitio que has generado por correspondencia con tus pensamientos, sentimientos, palabras y acciones. Dios no tiene la culpa si tu vida es miserable, si estás enfermo, sufres, o careces hasta del mínimo para alimentar la vida. Tampoco te sirve de nada lamentarte, luchar para cambiar las cosas, o rezar de rodillas tus consabidas letanías del “dame, dame, dame”. ¡Dios no te escucha! No lo hace porque ya te ha dado el regalo más grande que un padre pueda otorgar a su hijo: tienes a tu disposición sus ilimitados bienes, con una chequera en blanco. Pero tú aún no has aprendido cuales son las condiciones para poder girar a tu favor.

La realidad que vives en este momento, con cada uno de sus detalles, es tu propia creación, y si no haces algo por cambiar tus actitudes, la inercia se encargará de que las cosas sigan igual, o quizás peor. Debes comenzar reconociendo cuáles son los pensamientos, acciones y palabras que te han traído consecuencias tan funestas. Justo en ese punto tienes una lección por aprender, y mucho que transformar en ti mismo.

Si eres de los que se niega a servir y solo sabes quejarte, si solo consignas mezquindad y avaricia, ¿cómo puedes esperar que el banco de la vida te respalde con superlativa abundancia? Si tu conexión con el mundo es de rechazo; si tu disposición es la de buscar fallas en todo y luchar para cambiar las cosas ¿cómo puede tu cuerpo manifestar armonía y salud perfecta? ¿En qué punto se halla tu autovaloración?, ¿crees que eres merecedor de aquello que deseas? ¡Si te consideras lo ”peor de lo peor”, tú mismo te conviertes en el mayor obstáculo para lograr un triunfo! ¿Dónde marca tu termómetro de la gratitud? Si no valoras y agradeces lo que tienes, ¿Cómo esperas que te den más? Si nunca consideras suficiente lo que recibes y siempre quieres más, te arriesgas a que te lo quiten todo, para que aprendas a valorar lo que perdiste.

En todos los planos se aplican las mismas leyes: adquieres derechos según sean las habilidades que desarrolles, el manejo que des a tus recursos, y el grado de compromiso que estés dispuesto a asumir en tus tareas. La prosperidad, la salud y las buenas relaciones son los frutos que produce tu parcela, cuando has sido cuidadoso en el proceso de la siembra. No es posible obtener esas mismas dádivas rezando, y pierdes tu tiempo si esperas que algún día, sin hacer tu trabajo, la buena suerte te conceda lo que tu mano no labró.

Tu realidad presente no puede ser modificada. No es posible sembrar maleza y recoger naranjas, porque hay leyes de la naturaleza que lo impiden. Puedes rechazar la pequeña porción que te ha tocado, y pelear y luchar para alcanzar más beneficios. Pero eso no te conduce sino a incrementar el sufrimiento.

Sabiduría es poder precisar lo que necesitas cambiar ahora, para que tu futuro ofrezca horizontes despejados y no limitaciones. Tus maniobras de cambio comienzan en el nivel sutil de pensamientos y actitudes. No se trata de hacer lo que te gusta, sino de hacer que te guste lo que haces. La solución a tus problemas no la hallarás en cambiar el marco de lo externo, sino en afinar lo interno, para dar lo mejor de ti mismo en cada instante.

Si deseas recibir más, necesitas abrir tu corazón para dar más. Ese “dar más” no significa repartir cosas materiales, pues a nivel físico solo te corresponde ayudar a aquellos que están a tu cuidado, bien sea por lazos familiares, o laborales. Hay muchos más seres necesitados, pero algunos de ellos todavía deben aprender su lección en la escasez, y no debes ser tú quien lo impida. ¡Dar más, sí!, pero de otra provisión que hay en ti, que es más preciosa que el dinero. Tienes un capital, que puede llegar a ser inagotable si lo usas, pero si lo dejas quieto se extingue. Multiplícalo entonces sin reservas brindando: amor, comprensión, paciencia, gratitud, aceptación y respeto a todos los que te rodean. Las leyes universales son sencillas: solo te piden que sonrías, para que te devuelvan las sonrisas.

por Hortensia Galvis / www.de2haz1.com

sábado, 31 de enero de 2009

EL JARDIN INTERNO


Todos tenemos en la memoria la imagen de un lugar que alguna vez visitamos y que nos impactó por su belleza y armonía. Este recuerdo es muy valioso, porque cuando llegan los momentos difíciles, o cuando estamos aburridos, podemos volver a deleitarnos con la serenidad de ese paisaje y revivir aquel momento grato, mientras la vida real continúa siendo gris y amarrada a la rutina. Si no tenemos recuerdos amables, a los que podamos recurrir, también existe la posibilidad de crear nuestro propio jardín interno, que nos sirva de refugio para recuperar la paz perdida.

No importa en qué lugar te encuentres, cuando puedes repetir a voluntad la imagen preciosa de tu jardín interno, su visión te acompaña para siempre. Si te parece interminable la espera en un aeropuerto, o en un consultorio médico; si estás cansado por exceso de trabajo, solo te toma unos minutos visitar ese santuario y recobrar allí tus fuerzas. Hay cierta magia en las visiones agradables que creamos, porque recordar no solo es trabajo de la mente, también nuestras glándulas responden al pensamiento, segregando hormonas, que, cuando la experiencia es grata, nos inducen a estados de calma y a sensaciones de placer.

Relajarnos cuando estamos tensos ha dejado de ser el privilegio de los desocupados para convertirse en la prioridad de quienes desean conservar la salud y el equilibrio. Revivir los lugares hermosos que hemos visitado es una forma de relajación muy efectiva. Imagina que estás en un claro del bosque, al lado de una catarata que irradia nubes de vapor de agua y multiplica iridiscentes arco iris. Visualiza un pozo de aguas cristalinas, rodeado del verde de los árboles que mecen sus ramas al viento. Pájaros de todos los colores suman su canto melodioso al murmullo del agua, que cae estrepitosamente. Allí te sientes descansado y en paz, completamente unido a la naturaleza, que te presta su armonía para que la inhales con cada aliento.

Si lo deseas, puedes crear otro escenario totalmente diferente: ahora estás acostado en la playa bajo el sol radiante, sintiendo el rítmico golpear de las olas, que se llevan todas tus tensiones y desequilibrios. Siente cómo tu cuerpo poco a poco va entrando en un profundo descanso. También puedes optar por visitar un jardín vibrante de colores y aromas diferentes. Tú mismo estás a cargo de construir tu refugio, y es tu privilegio crear belleza con los elementos que desees.

Ten en cuenta que cada uno de los componentes de tu jardín interno tiene un significado. Cada objeto que aparece allí, corresponde a un aspecto de ti mismo; porque la mente crea sus fantasías partiendo de un lenguaje construido con sus propios símbolos. Esto significa que, si en tu jardín interno logras cambiar alguna cosa, algún asunto relacionado con tu vida externa también se estará trasformando. En este trabajo de visualización estás empleando una técnica muy poderosa para acceder a los niveles más profundos de tu ser y establecer allí contacto con los arquetipos vigentes.

Por ejemplo, si en tu jardín interno repentinamente ha brotado un arbusto espinoso, puedes preguntarle qué representa en tu vida y que mensaje quiere darte. En la fantasía los arbustos hablan, así que posiblemente te dará una explicación muy oportuna, y ganarás mucho en comprensión de los obstáculos que tienes en el horizonte. Supón que tu jardín interno un día se llena de ortiga, que, crece desaforadamente ocultando de tu vista las flores. Ponte unos guantes, y arranca de raíz aquella planta, que produce comezón y ardor, y verás que también en el mundo real seguramente habrás transformado alguna situación molesta que te mantenía preocupado.

El jardín interior también facilita las prácticas espirituales diarias. En ese lugar íntimo puedes estar a solas para ejercer el oficio de conectarte con el alma. Aún, llegado el momento de la muerte, no existe ningún bálsamo que suavice y dulcifique tanto la partida, como tener un refugio interno a donde podamos retirarnos cuando necesitemos evadir el dolor y salir de la inestabilidad emocional, que una enfermedad terminal normalmente provoca.

Crear un jardín interno es pues una inversión muy productiva, y el esfuerzo requerido es mínimo. Solo se trata de anticipar la visión del paraíso, y disfrutar a voluntad de la armonía y la paz con la que nuestro cuerpo celebra esa visión tan añorada.

Extractado de De2Haz1: NOTICIAS DE LA ASCENSIÓN, por Hortensia Galvis

http://www.de2haz1.com/v2/lecturas/noticias-de-la-ascensin/

sábado, 17 de enero de 2009

EL VACÍO DE LA MENTE



En su primera etapa evolutiva un individuo vive los acontecimientos exteriores como lo real, y estos sucesos le mueven a reacciones internas, que en ese ser son en su mayoría inconscientes. A medida que comienza a despertar la conciencia, él o ella empiezan a enfocarse simultáneamente en aquello que sienten. Pero ese sentir depende de la interpretación de la realidad que hace su mente, de acuerdo a las creencias con las que fue programada. Por ejemplo, se juzga como bueno y favorable ser rico y famoso, a pesar de que todos los días vemos que la mayoría de los más ricos y famosos llevan una vida miserable y solitaria, con la tendencia a ahogar el hastío y la tristeza en las drogas, el alcohol y la promiscuidad sexual.

Después de permanecer mucho tiempo enredado, entre las interpretaciones que hace la mente de los sucesos exteriores y las reacciones emocionales que surgen como respuestas, este individuo llega tarde o temprano a un punto crítico en su vida, cuando se ve rodeado de hechos cada vez más amenazantes que no logra cambiar; sin embargo, internamente quiere tener la capacidad de afrontarlos con serenidad y paz interior. Ese momento es clave, porque es entonces cuando ese ser busca la ayuda de la meditación.

Entonces comienza la etapa superior del desarrollo de la conciencia. Con la meditación diaria como herramienta, se adquiere una cualidad distinta para enfocar la vida y cierta habilidad para sortear dificultades sin involucrarse con ellas. Ocurren cambios en el sistema nervioso que hacen al ser humano menos vulnerable a la ansiedad, y más abierto para escuchar la sabiduría interna de su propio cuerpo.

Cuando meditamos damos a nuestro cerebro la posibilidad de experimentarse a sí mismo. Observamos primero el flujo del pensamiento, que va encadenando ideas en una forma prodigiosa. Pero, en la medida en que nos enfocamos en seguir conscientemente la respiración, o un mantram, ese inacabable monólogo de la mente se va calmando, y comienzan a ocurrir espacios de silencio, de vacío, donde la mente ya no interviene.

Se requiere del entrenamiento diario para que la mente aprenda a calmarse y dejen de llegar pensamientos involuntarios. Esto parece una tarea fácil, pero no lo es. La turbulencia de los pensamientos incontrolados, que produce la mente, es como la estática que interfiere en las comunicaciones de radio, o televisión. Puede bloquearnos totalmente para escuchar una transmisión. Solo cuando logremos establecer un grado aceptable de silencio interior, estaremos listos para alcanzar el siguiente nivel.

El paso siguiente es la experiencia del vacío. Allí surgirán dos dificultades que tendremos que superar. El rechazo por parte de la razón y de la mente lógica, que no comprende nuestra búsqueda. Y la frustración ocasional por no poder aquietar la mente. Pueden pasar meses, tal vez años de fidelidad a la disciplina de escuchar el silencio. Luego, el día menos pensado, el espíritu universal comenzará a manifestarse y le oiremos claramente. Entonces podremos decir que, sin haber pagado ni un centavo, estaremos conectados al internet cósmico, que no necesita ni de fibra óptica, ni de modem. Porque, en la misma forma en que las células de nuestro cuerpo tienen comunicación con el cerebro, nuestra biología tiene incorporada la conexión con el Espíritu-que-Gobierna-el-Universo. Solo que esa voz sublime habla muy quedo, y para escucharla necesitamos detener el flujo automático de los pensamientos.

Conectarnos a la red de sabiduría cósmica es el paso evolutivo que debe dar el hombre ahora. Pero ese contacto no puede hacerlo a través de religión alguna, ni de plegarias, ni de rezos. Solo en el silencio de su propio ser, en el templo de su propio cuerpo, podrá un individuo desarrollar la afinación correcta, que le permita canalizar información desde el espíritu. El día en que lo logre, dejará de percibirse como una ola solitaria perdida en la inmensidad del mar, para sentirse integrada como parte del océano.

Extractado de De2Haz1: NOTICIAS DE LA ASCENSIÓN, por Hortensia Galvis

http://www.de2haz1.com/v2/lecturas/noticias-de-la-ascensin/